Hace unas semanas tuve la oportunidad de entrevistar, en el marco del evento Expomanagement 2012,  a dos grandes gurús del mundo del management: BJ Fogg, profesor de Stanford y experto en tecnología persuasiva, y a Howard Schultz, CEO de Starbucks. Sin duda, una oportunidad de oro para aprender de los mejores y, cómo no, para analizar su forma de comunicar en público.
El profesor BJ Fogg consiguió deslumbrarme y engancharme a su discurso, tanto durante su presentación como durante el coloquio posterior que tuvo conmigo. Creo además que la sensación de la audiencia fue bastante parecida. ¿Cómo lo consiguió? En primer lugar, puso en funcionamiento toda su experiencia docente al servicio de un mensaje potente. Dibujó esquemas en una pizarra, utilizó metáforas que ayudaban a entender los conceptos que presentaba. Se mostró cercano, cálido e interactuó en varias ocasiones con el público. Incluso puso a la audiencia a trabajar, de tal forma que al final todo el mundo sacó algo beneficioso en claro tras su intervención. Es decir, Fogg entendió desde el principio que su cometido principal era aportar valor a quienes estaban escuchándole en directo o siguiéndole a través de las redes sociales. Y vaya si lo hizo… Con creces.

En el caso de Schultz la presentación fue más tradicional, al estilo de lo que suelen ser las intervenciones de los primeros ejecutivos de las grandes corporaciones: contó su caso de éxito y los planes de futuro a corto y medio plazo de su marca. Era la estrella que todos queríamos escuchar, él lo sabía  y su intervención no defraudó.

Su marca personal, el inmenso prestigio de su organización y su aura de gurú de los negocios mostraron a un gran orador que ni siquiera necesitó el apoyo de un power point. No cabe duda de que Schultz tiene la experiencia y el aplomo necesario para enfrentarse a una audiencia exigente que tiene grandes expectativas.

Creo, no obstante, que hubiera ganado algún punto adicional si hubiera aprovechado la oportunidad para acercarse un poco más al público, para regalar algún consejo o recomendación a los cientos de directivos y empresarios que le estaban escuchando y que estaban deseando llevarse a casa algo que aplicar a sus negocios o a sus vidas. Dicho esto, fue, sin duda, un privilegio para todos poder escucharle en vivo y en directo.