El discurso del ascensor proviene del concepto anglosajón elevator pitch. Tras esta denominación se esconde una potente herramienta de comunicación personal. Es el nombre que se da a aquel discurso necesario para explicar en apenas unos minutos (lo que tarda un viaje en ascensor) las ideas más relevantes sobre un negocio, empresa o proyecto a quienes interesa que estén al tanto del tema (alta dirección, inversores, clientes, etc.).

Aunque está concebido para ponerlo en práctica en oportunidades de contacto inesperadas y que difícilmente podrían producirse de otra forma (por ejemplo, coincidir en el parking con el presidente de tu compañía o con un potencial inversor), a día de hoy también se utilizan en multitud de eventos que se dedican específicamente al networking y a poner en contacto potenciales inversores con emprendedores que utilizan sistemáticamente esta herramienta. Así el inversor tiene la posibilidad de escuchar a varios emprendedores y viceversa.

En algunos países del mundo anglosajón hay incluso concursos sobre el tema y alguna televisión norteamericana ha utilizado esta herramienta en diferentes realities.

Aunque no existe una “ley universal del discurso del ascensor” es importante que éste incluya aspectos como:

– Quién eres, qué haces y qué sabes.
– Cuáles son los aspectos diferenciales de tu propuesta (cuál es tu valor añadido)
– Pocas ideas, pero muy poderosas.
– Generar curiosidad y apelar a las emociones.
– Promover un «call to action» en su interlocutor (o al menos generar una oportunidad de reunión posterior).

Es, sin duda, un magnífico ejercicio de persuasión que puede ayudar a construir una estrategia de posicionamiento de marca personal.