La falta de habilidades de comunicación en público lastra la competitividad profesional

(Mi artículo publicado originalmente en El Economista el 9/3/2018)

El tópico del ciudadano español que no habla correctamente inglés o tiene grandes dificultades para hablar en público es todavía hoy una desafortunada realidad. Hay un claro consenso entre los expertos en que es necesario atajar de una vez por todas este problema que genera, entre otras cosas, un evidente problema de competitividad entre nuestros profesionales que puede acabar agravándose en el futuro.

El estudio The Future of Jobs del Foro Económico Mundial de Davos identifica la expresión oral y la capacidad de persuasión como habilidades clave en el futuro del mercado laboral. Los propios estudiantes universitarios, según el estudio Universum 2017, también demandan de forma rotunda que las universidades les brinden habilidades prácticas para su desarrollo profesional.

En relación al inglés se están haciendo grandes progresos incorporando dicha lengua de manera habitual desde la educación primaria aunque, dicho sea de paso, los métodos y la formación del profesorado sean muy cuestionables en algunas ocasiones.

Pero, ¿qué hay de la comunicación en público? En este punto se produce un efecto de círculo vicioso. Esperamos de nuestros profesores –que en general no han sido correctamente formados en esta materia- que enseñen a las nuevas generaciones a expresarse adecuadamente ante sus compañeros, a debatir y a persuadir. En definitiva, a comunicarse de forma efectiva. Por su parte, nuestros hijos utilizan unos códigos de comunicación que en muchos casos son también ajenos a los nuestros y a los de sus profesores.

¿Cómo rompemos entonces esta dinámica perversa? La solución, desde mi punto de vista, pasa por la formación a los profesionales de la educación y por un plan de sensibilización a la sociedad. Urge un plan de formación en habilidades de comunicación a los maestros de primaria y secundaria que incluya técnicas, dinámicas y herramientas que puedan utilizar ellos de primera mano como comunicadores que son y que puedan enseñar a sus estudiantes. Hay además que fomentar clubes de debate y concursos de oratoria en cada centro escolar, en cada municipio, en cada comunidad autónoma.

Es cierto que ya hay iniciativas aisladas muy interesantes en nuestro país pero no han calado realmente en el sistema educativo y mucho menos entre nuestros jóvenes. Nos faltan instituciones como la National Speech and Debate Association de Estados Unidos o iniciativas del poder legislativo como la del Senado de ese mismo país que declaró el pasado día 2 de marzo como el día nacional para la educación en el debate (National Speech and Debate Education Day).

Faltan además referentes en los medios de comunicación. No existen programas de televisión que fomenten estas competencias. Tenemos programas que visibilizan el talento en la cocina, en la música o en la creación de moda pero no hay ninguno que ponga en valor las habilidades de comunicación, de persuasión o de debate. Esta es, sin duda, una gran oportunidad para los medios de comunicación públicos.

¿Y quién debería liderar este proceso? Creo que es una responsabilidad de todos empezando por las instituciones públicas que tienen las competencias en materia de educación. Sería además maravilloso que este tema pasara también a formar parte de la agenda política ahora que andamos inmersos en el debate de un posible futuro Pacto de Estado por la Educación. Ahora más que nunca debemos recordar que educar no es sólo transmitir conocimientos. Es también formar en competencias y en valores. Nos jugamos la competitividad de nuestros jóvenes.